La Convención Europea de Derechos Humanos prohíbe mantener a un preso en la cárcel “sin ninguna esperanza de salida”. Sin embargo, esa parece ser la suerte del militante comunista libanés Georges Ibrahim Abdallah, encarcelado en Francia desde hace ya más de un tercio de siglo. La prolongación de su detención es fruto en gran medida del clima creado por atentados con los que nada tiene que ver.
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