Adolf Hitler padeció, muy probablemente, una enfermedad de Parkinson. Los primeros síntomas de la misma se comienzan a apreciar en 1937/1938. Es probable que su aparición, y el temor que le provoca acerca de su supervivencia, lleve a Hitler a adelantar sus proyectos iniciales de expansión militar de la gran Alemania a partir de 1943. Así, la Segunda Guerra Mundial, se desencadena en 1939, quizá bastante antes del momento en el que Alemania estaría bien preparada. El tratamiento crónico llevado a cabo con opiáceos, cocaína, anfetaminas y estricnina, puede muy bien estar relacionado con un muy anómalo juicio de los problemas y ausencia de confianza en los consejos de su equipo. Con ello tomaría decisiones militares que terminarían siendo funestas para sus intereses, y que a partir de 1942 conducirían a un cambio en el curso de la guerra
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