Durante su camino a Santiago de Compostela, el peregrino tenía tiempo para reencontrarse con su espiritualidad y encomendarse a Dios, pero también lo hubo para el descanso.Tras toda una agotadora jornada de marcha, hombres y mujeres se reunían en torno a un reconfortante fuego, especialmente durante las largas noches de invierno, para contarse las anécdotas de su viaje e incluso para narrar toda clase de cuentos y leyendas donde lo mágico se confundía con lo real. Fue así como, poco a poco, empezó a generarse todo un universo legendario que aún siguen recordando los que siguen buscando en el Camino una nueva forma de entender un mundo moderno cada vez más lejano de lo espiritual.
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