La pandemia ha reforzado la importancia del binomio fronteras-movilidad. Las fronteras tienen un rol coercitivo, y su cierre reforzó la vulnerabilidad y exposición al riesgo de muchos migrantes. En América Latina las políticas migratorias se han ido uniformando con la finalidad de restringir la movilidad humana, pero esto no se tradujo en inmovilidad, sino en irregularización y mayor riesgo para quienes migran, al tiempo que el foco en el tráfico como un problema penal termina criminalizando a quienes ya son víctimas de esas prácticas.
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