En un estudio anterior, situábamos la Educación Social, en la órbita de las denominadas “nuevas profesiones”, con la argumentación primordial de su potencial capacidad para responder a las nuevas formas de organización de las necesidades sociales, más que por un análisis de su recorrido histórico, relativamente corto en el tiempo, hacia una profesión que fuera plenamente reconocida.
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