"Solo de pensar en un viaje, mi corazón se aceleraba y perdía el sueño". Le ocurría desde niña, cuando leía en la biblioteca de su abuelo y en las clases de geografía. Actitud atípica para una señorita a principios del pasado siglo, a la escritora catalana le entró pronto la fiebre por lo nuevo y exótico. Vivió tres años en Oceanía y se adentró en los harenes, prisiones y burdeles marroquíes.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados