No hay virtud pedagógica en el castigo, sea físico o emocional. Lo que funciona es la motivación intrínseca: propósito, autonomía y maestría. Dicho en otras palabras: el sentido de lo que hacemos, la libertad y el aprendizaje. Sin embargo, en España tenemos un 40% de jefes tóxicos, que se dedican a amenazar, a gritar e incluso a humillar a quienes consideran «subordinados». Cuatro de cada diez, nada menos. Y tan solo un 16% de auténticos líderes que inspiran, que integran los equipos, que fomentan la imaginación como base para la innovación y que utilizan adecuadamente su intuición.
Punishment doesn’t have any pedagogical «virtue». What works is the intrinsic motivation with purpose and autonomy. In other words: the meaning of what we do, the freedom and the learning. However, in Spain we have a 40% of so called «toxic bosses» who are dedicated to threatening, yelling and even humiliate those who they consider their subordinates. And there is only a 16% of true leaders who inspire, foster imagination as a basis for innovation and who use their intuition appropriately.
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