Debido al inevitable deslizamiento entre el lenguaje común y el metapsicológico,el autor desea llevar a cabo una revisión de la cualidad positiva y negativa en los sentimientos y afectos. Propone que, en la transferencia, la categorización positiva o negativa se efectúe atendiendo a los efectos de esta y no a los afectos transferidos, y que la consideración de transferencia negativa quede restringida a la que supone un ataque a la mente del analista y a su función de reverie.
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