Joaquín Rodrigo ha escrito que la música nace como respuesta a la necesidad humana de hacer una imagen del mundo circundante. Afectado por la visión orteguiana de la vida como interacción del yo y su circunstancia, Rodrigo ha de atribuir a la música suficiente sutileza para pintar hasta a los seres del ámbito del sujeto sin propiedades perceptibles, como la Dulcinea de Don Quijote. El estudio presente define la concepción quijotesca de la Dulcinea ausente y rastrea su desarrollo en el símbolo que ofrece Rodrigo de la música misma. Entre la lectura hecha por el compositor de Don Quijote y la composición de su poema sinfónico Ausencias de Dulcinea (1948), parece mediar la visión de Dulcinea propuesta por Ortega y Gasset. Ortega concebía a Dulcinea como una realidad referencial, una referencia a Don Quijote sin comunicar ningún conocimiento. El mismo Rodrigo explicaba su uso de cuatro sopranos porque “ni al norte, ni al sur, ni al este ni al oeste puede Don Quijote encontrar a aquel fantasma que es Dulcinea.” Aquí “fantasma” significa “fantasma” en el sentido empleado por Husserl y por Ortega para denotar una mera referencia al imaginador. Además, Rodrigo, mantenemos, aplica esa concepción a la música misma al musicar las quintillas de Don Quijote sobre la ausencia de Dulcinea (Pte. I, cap. 26). Por eso, la obra se convierte en un ejercicio de música que expresa una afirmación sobre la música misma, a la vez de ser un ejemplo irónico de crítica literaria dirigida contra el “poeta” risible Don Quijote.
Joaquín Rodrigo wrote that music arose in response to the human need to make an image of the surrounding world. Affected by Ortegás view of life as the interaction of self and circumstance, Rodrigo would eventually attribute to music enough subtlety to paint even beings in the artist's ambience without perceptible properties, like Don Quixote's Dulcinea. The present article defines the knight´s conception of the absent Dulcinea and traces her development into Rodrigós symbol of music itself. Between the composer´s reading of Don Quixote and the composition of his symphonic poem Ausencias de Dulcinea [Dulcinea's Absences, 1948], philosopher Ortega y Gasset's vision of Dulcinea probably mediated. Ortega regarded Dulcinea as a referential reality, a reference to Don Quixote without conveying any knowledge. Rodrigo himself explained his use of four sopranos “because neither to the north, to the south, to the east, nor the west will Don Quixote find that phantom that is Dulcinea.” Phantom here means “phantasm” in Husserl's and Ortega's sense of a mere reference to the imaginer. Moreover, Rodrigo, we argue, applies that conception to music itself when making his musical setting of Don Quixote's quintillas on Dulcinea's absence (Pt. I, ch. 26). Hence, the work becomes an exercise in music making a statement on music itself, as well as an ironic example of literary criticism at the expense of the laughable “poet” Don Quixote.
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