La dominación musulmana desde 711 supuso la inserción de Andalucía en la cultura islámica. Resurgió, entonces, una importante oleicultura e el Valle del Guadalquivir, donde se extendieron amplias áreas de olivares. Tras la crisis del cultivo con los Reinos de Taifas y la ocupación cristiana, a producción oleícola volvió a recuperarse durante el siglo XVI, sobre todo en la parte occidental. En el siglo XVII, pese a las frecuentes depresiones económicas, continúo el incremento de la producción de aceite al difundirse si consumo entre la población andaluza como un alimento básico de la dieta, manteniéndose simultáneamente la demanda de Indias.
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