A pesar de su pasado milenario, el olivar que conocemos hoy, expandido por toda la región, es un fenómeno bastante reciente. A mediados del siglo XVIII ocupaba poco más de 200.000 hectáreas en toda Andalucía, se asociaba habitualmente con otros cultivos, sus densidades de plantación raramente superaban los 80 pies por hectárea y la mayoría de sus labores se hacían con trabajo humano y animal. Hoy en día, ocupa más de un millón y medio de hectáreas, sus rendimientos alcanzan cifras nunca vistas, y tanto sus manejos como los sistemas de elaboración de aceites están completamente mecanizados.
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