En tiempos económicamente duros, trabajar para cierta gente puede hacerse de pronto mucho más difícil. Tomemos, por ejemplo, los anallistas y académicos que, por la razón que sea, han decidido dedicar sus carreras a justificar la riqueza de los ricos. En tiempos normales, estos apologistas de las grandes fortunas pueden pasar alegremente sus jornadas labores, coon tada facilidad. No tienen más que invocar la perspectiva de un colapso económico catastrófico cada vez que alguien se atreve a proponer algo que pueda hacer a los ricos solamente algo menos ricos.
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