Las habas son una legumbre muy antigua de cultivo anual, que se produce en toda la cuenca mediterránea. En España llegó a ser la leguminosa de mayor producción en el año 1981, sumando tanto la producción de haba tierna como la de seca.
Como curiosidad, las habas vienen cultivándose desde antes del año 3.000 AC y los egipcios, griegos y romanos ya las cultivaban. El filósofo Pitágoras, supuestamente, prohibió comerlas pues decía que contenían el alma de los muertos. Hoy se cree que su aversión pudo deberse a una condición genética en algunas personas para las que las habas crudas son tóxicas. Siempre se consideraron una fuente importante de proteína. Pero las habas verdes poseen un valor energético bajo y niveles bajos de carbohidratos y grasas, así como cero de colesterol.
En la actualidad, el cultivo de las habas verdes para industria ha incrementado su presencia, tanto por su superficie como por la importancia considerada por las empresas de congelado asentadas en la Comunidad Foral. Este cultivo se realiza entre los meses de octubre a primavera y supone en algunos casos un cultivo de transición hacia otras hortícolas tanto de primavera como de verano. La superficie de este cultivo ha variado de las 116 hectáreas de 2018 a las 354,72 hectáreas de 2019 y las 299,74 hectáreas de 2020. Este incremento en las dos últimas campañas marca la importancia que está teniendo tanto para los productores como para las congeladoras. Pero la importancia del cultivo también se refleja en la aparición de patógenos nuevos y de situaciones no conocidas que ahora también se detectan en Navarra y se contemplan en la Estación de Avisos de INTIA.
Este artículo trata sobre esos patógenos y el seguimiento que se lleva a cabo desde la Estación de Avisos de plagas
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