La galería Altamira abrió en septiembre de 1958 en pleno centro de la ciudad de Gijón, iniciando así una dilatada trayectoria especialmente brillante en los años sesenta y setenta. A pesar de los escasos metros con que contaba el establecimiento, sobresalió por su austera modernidad y su atractivo diseño interior, definido por una condensada espacialidad. Hoy, seis décadas después de su apertura, el local sigue manteniendo sus características primigenias, incluido su magnífico escaparate y constituye un raro testimonio del galerismo español en que se preconizó la modernidad plástica.
The Altamira gallery opened in September 1958 in the heart of the city of Gijón, thereby initiating a long and remarkably brilliant career in the sixties and seventies. Despite the few square meters that the business had, it stood out for its austere modernity and its attractive interior design, defined by its condensed spatiality. Today, six decades after its opening, the premises still keep their original features, including their magnificent display window, and they constitute a rare testimony of Spanish art gallery practices in which plastic modernity was advocated.
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