La lucha contra el cambio climático exige que las emisiones globales se reducan en más de un 50% para 2050. Los componentes clave para lograr este objetivo son la eficiencia energética, las fuentes de energía renovables, incluida la biomasa, y la captura y almacenamiento de carbono. El viento y la energía solar se identifican como tecnologías cruciales para las primeras etapas de la transformación, pero una desventaja que tienen es su gran variabilidad en el tiempo y el espacio. Por lo tanto, existe la necesidad de alternativas complementarias para proporcionar flexibilidad al sistema y compensar sus fluctuaciones.
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