Barcelona, España
¿Qué es lo que hace que una sociedad plural funcione armoniosamente, que la economía sea inclusiva y que la democracia no caiga en el caos político? En este artículo sostendré que ese pegamento es el contrato social. Cuando ese pegamento existe, progreso económico, social y político avanzan de la mano. Sucedió así en los llamados “Treinta Gloriosos”, las tres décadas que siguieron a la Gran Depresión de los Treinta y la Segunda Guerra mundial. Sin embargo, a partir de los años ochenta del siglo pasado ese pegamento se fue disolviendo y, en paralelo, el crecimiento económico dejó de ser sinónimo de progreso social y la democracia entró en barrena. El reto ahora es reconstruir ese pegamento, al modo como se logró tras las grandes guerras. En mi opinión, ese pegamento, en primer lugar, ha de venir de un nuevo contrato social postpandémico. En segundo lugar, el núcleo de ese nuevo contrato social está en la reforma de la empresa para corregir la mala distribución del excedente (valor añadido) entre salarios, sueldos de altos directivos y dividendos. Un nuevo contrato social progresista tiene que apoyarse en la recuperación del papel fundamental del tercer pilar de la prosperidad: la Economía social.
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