Las restricciones a la movilidad han provocado un descenso en el número de pasos que efectuamos a diario. Este forzoso sedentarismo, unido al hecho de que durante la pandemia hemos relegado nuestros pies a un segundo plano, ha tenido consecuencias negativas: dolor, heridas y problemas en la piel.
Descubrir qué hemos hecho mal nos enseñará a no minusvalorarlos y a prevenir molestias que pueden degenerar en algo más serio.
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