Aznar ha optado por vestir un santo a costa de desvestir otro. Ha preferido amarrar resultados electorales y colocar a Loyola de Palacio al frente de su lista para Europa. Es lógico y comprensible: no se puede permitir una caída en las municipales y europeas, que marque una tendencia y ponga en peligro las generales y su segundo mandato.
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