Pablo Antonio Fernández Sánchez
Las relaciones entre el Reino Unido (RU) y la Unión Europea (UE) siempre han sido tensas. Ya desde la más tierna infancia comunitaria, los británicos pusieron sobre la mesa sus exigencias, de las que luego los polacos y los checos aprendieron tanto. Esto siempre ha debilitado a la UE, lo que también ha debilitado su posición como actor global.
Nada hay qué reprochar a una retirada que se ha hecho con escrupuloso cumplimiento del derecho, aunque, a veces, haya sido un esperpento insoportable.
El impacto del Brexit alcanza prácticamente a todos los temas en los que tiene competencias la UE, que en menor o mayor medida son casi todos los que pueda pensarse en cuanto a la regulación de la vida de las personas y de los Estados. Por ello, hay que estar muy vigilantes para que las consecuencias en ambos espacios jurídicos sean los mínimos posibles. Para ello se requiere unas relaciones jurídicas futuras que encajen en esos objetivos.
El control migratorio no le resultará fácil llevarlo a cabo al RU, porque incidirá en sus propios intereses y los desafíos internos y externos de la UE, que son desafíos globales que sólo podremos resolver si somos actores significativos;
será más difícil hacerlo sin el RU pero el RU quedará en la irrelevancia política internacional.
The relationship between the United Kingdom (UK) and the European Union (EU) has always been tense. From the earliest communal childhood, the British put their demands on the table, from which the Poles and Czechs have learned so much. This has always weakened the EU, which has also weakened its position as a global actor.
There is nothing to blame for a withdrawal that has been made with scrupulous compliance with the law, although, at times, it has been an unbearable absurdity.
The impact of Brexit reaches practically all the issues in which the EU has competences, which, to a lesser or greater extent, is almost all that can be thought of in terms of regulating the lives of individuals and States. Therefore, we must be very vigilant so that the consequences in both legal spaces are the minimum possible. This requires future legal relationships that fit those objectives.
Migration control will not be easy for the UK to carry out, because it will affect its own interests and the internal and external challenges of the EU, which are global challenges that we can only solve if we are a significant actor, it will be more difficult to do without the UK but the UK will be left in international political irrelevance.
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