Un Estado de derecho no puede dejar impunes ni crímenes ni a criminales. Nadie puede pensar que, por el mero hecho de que ETA deje de matar, sus asesinatos anteriores ya no existen. Y es el colmo del cinismo pretender que, por no sé qué oportunismo político, la sociedad debe permanecer inerte ante sus preparativos para cometer otros nuevos.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados