Presume de cantar las cuarenta al lucero del alba, incluido el presidente del Gobierno. Ha protagonizado un desayuno en Madrid al que no ha asistido nadie de la plana mayor de Génova -"no me preocupa lo más mínimo"- aunque sí el presidente de los obispos, titular de su diócesis. Minimiza sus reiteradas andanadas machistas y pone en valor las seis elecciones que ha ganado. Disfruta haciendo chapuzas en casa. La ciudad de sus sueños es Valladolid.
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