Hay joyas que poseen un valor incalculable, pero no por el alto precio que les adjudican los tasadores sino por su extraordinario valor sentimental. Tras la belleza de sus gemas y metales preciosos, muchas veces bulle la memoria de los antepasados, intrigas políticas, apasionadas historias de amor e incluso algún que otro episodio maldito e inconfesable.
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