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Resumen de La sumisión del Estado y de los entes estatales al arbitraje

Luis Felipe Castresana Sánchez

  • español

    La sumisión del Estado y de los Entes Públicos que forman parte del mismo al arbitraje está aceptada en el ámbito del arbitraje internacional, dentro del arbitraje de inversión desde la firma por España del Tratado de Washington, y en el arbitraje comercial, cuando el mismo sea internacional, de acuerdo con la Ley Española. Sin embargo, en materia de arbitraje comercial doméstico, El Estado, sus Entes y las Administraciones Públicas en general son en principio contrarios a la utilización del arbitraje como medio de resolución de conflictos en sus relaciones con los ciudadanos. Aunque la Ley Española —al revés que la Ley Francesa— permite el acceso al arbitraje a cualquier persona física o jurídica en pleno ejercicio de sus derechos, y por tanto también a las personas jurídicas públicas, sin embargo es por razón del objeto, donde surge la primera limitación para el Estado y sus entes, puesto que el arbitraje ha de tener por objeto materias disponibles, y los bienes y derechos de contenido económico que constituyen la Hacienda Pública no son disponibles más que bajo muy estrictas condiciones. De otra parte, el sometimiento del Estado y de las Administraciones Públicas al denominado «Bloque de la Legalidad» que se vertebra por el respeto al orden jerárquico de las normas legales debidamente aprobadas, la presunción de legalidad y de certeza de que gozan los actos administrativos y la existencia de una jurisdicción tutelar específica del Estado y de sus Entes en su actuación frente a los ciudadanos —la Jurisdicción Contencioso‐administrativa—, hacen muy difícil la entrada del arbitraje en las relaciones del Estado con los particulares. No obstante, cabe señalar cinco categorías diferentes de supuestos, que van de la absoluta inarbitrabilidad a la arbitrabilidad aceptada, así como una autorización legislativa, heredada de la Ley 30/1992, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Común y que pervive en la que le ha sustituido, Ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo Común —que deroga la anterior— y que constituye una puerta entreabierta a la aceptación por las Administraciones de alguna clase de arbitraje.

  • English

    The submission of the Spanish State and of its legal public entities to international arbitration does not pose major questions, either within the Washington Treaty for investment arbitration, or, according to Spanish Law, in international commercial arbitration cases in which it accepted to be bound by arbitration clauses. Such easiness does not occur in matter of domestic comercial arbitration, where the State and its entities and in general the different public administrations, do not contemplate arbitration as an ADR available system in their relations with private individuals or corporations. Although Spanish Arbitration Law, as opposite to the French Law, does not impede arbitration to any kind of individual or moral persons, the access to arbitration for public entities is limited, in first instance by objective reasons: only matters that can be legally disposed of can be the object of arbitraton, and the assets, goods and rights of economic value belonging to the State and/or its entities cannot be disposed of except under very strict conditions. On the other hand, the submission of the State and the public administrations to the «Legality Block» which requires the respect for the hierarchical order of legal norms duly enforcerd, the presumptions of certainty and legality enjoyed by the administrative acts and the existence of a specific tutelary jurisdiction for the Administration and its public entities —the administrative‐contentious process—, makes very difficult for arbitration to be present in the relationships between the Administration and the private persons.

    Notwithstanding, it is posible —in matter of public entities and arbitration— to establish five different cathegories ranging from the absolute inarbitrability to the full acceptance of arbitration, as well as to underline the still pending of regulatory development of a law provision, inherited from the Legal Regime and Administrative Common Procedure Law 30/1992, as of November 1992, permitting mediation, arbitration and other settlement tools in regard to administrative appeals, a law today abolished, but which provision has been recognised again in the new Law on the same matters as of 2015, being it an ajar door for the final administrative acceptance of a kind of arbitration.


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