En los últimos años, la discriminación, el odio reflejado en los medios de comunicación y los ataques violentos contra los gitanos se han convertido en una forma de vida en Rumania. Esto hace que incluso los gitanos que han triunfado en la vida sientan vergüenza de sus orígenes y se nieguen a declarar y discutir su identidad.
El gobierno y los medios de comunicación mantienen un estigma social y hacen que la segregación y la discriminación parezcan actitudes que interesan al estado rumano. El gobierno, después de la etapa comunista, empezó a culpar a la comunidad gitana de los problemas económicos del país para desviar la atención de problemas de corrupción y fraude. Asimismo, los medios de comunicación son claramente hostiles contra los gitanos y manipulan a la opinión pública en su contra.
Para que haya un cambio es imprescindible la fuerza de la juventud, pero ésta también tiene una actitud hostil y racista, ya que el modelo de educación que recibe se basa en los mismos estereotipos y puntos de vista radicales de sus profesores.
Para solucionar el problema del estigma social tiene que surgir una cultura basada en los derechos humanos. También se espera que la Unión Europea proporcione alguna ayuda cuando Rumania entre a formar parte de ella. Por tanto, la responsabilidad de combatir el racismo es de la sociedad civil.
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