El cambio climático provoca múltiples consecuencias en las distintas sociedades. Una de las más destacadas son los movimientos migratorios derivados de los efectos negativos del calentamiento global. En los últimos años, el fenómeno de las migraciones climáticas ha ido en aumento y, lamentablemente, se trata de una tendencia que seguirá en alza en las próximas décadas. A nivel internacional, no existe aún ningún acuerdo capaz de brindar una respuesta integral a esta problemática. El vacío legal hace que las personas que deben migrar por el cambio climático se vean totalmente desprotegidas. Además, ello conduce también a una falta de consenso en la enmarcación y denominación de este tipo de migraciones. La literatura ha venido trabajando en este sentido, tratando de recolectar posiciones y buenas prácticas en la materia. Sin embargo, en el ámbito de la toma de decisiones pareciera que aún no se tiene preocupación por este tema. Las iniciativas y declaraciones internacionales con las que se cuentan a la fecha son deficientes. Principalmente, por no ser obligatorias para los Estados –y, consecuentemente, no exigibles-, de modo tal que cada país optará voluntariamente por adoptar el régimen que crea conveniente, creando incertidumbre e inseguridad jurídica. Frente a esta falta de legislación, algunos organismos internacionales han debido también ingeniárselas para dar con respuestas creativas, tal como sucede en el caso de la Observación del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Teitiota c. Nueva Zelanda. Este Estudio busca ahondar en la cuestión de esa falta de un marco legal, reforzando el planteamiento de la necesidad de la cooperación internacional para afrontar el problema de las migraciones climáticas -independientemente de la denominación que se quiera utilizar-, que se manifieste a través de la creación de un acuerdo vinculante para los Estados. Para ello, se nutre principalmente de la literatura ya existente como así también de los tratados e iniciativas internacionales que versan sobre la materia. Asimismo, se hace especial hincapié en el rol del multilateralismo como motor central para conseguir un mejor resultado. Los países se comprometieron con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible y, aunque sus formulaciones no contemplen las migraciones climáticas como tal, su cumplimiento o su incumplimiento pueden generar también un impacto sobre este tipo de movilidad humana. También, se analiza la situación de las migraciones climáticas desde una perspectiva regional. En este sentido, se aborda el potencial de la Unión Europea para liderar la búsqueda de la respuesta integral necesaria. Y, por otra parte, se estudia la actualidad de la problemática planteada en el Sudeste Asiático y en El Caribe, siendo éstas dos regiones que comparten características geográficas, demográficas, sociales y políticas. Sobre todo, ambas regiones presentan un alto grado de vulnerabilidad frente a los efectos adversos del cambio climático y, por tanto, su potencialidad a verse afectadas por migraciones climáticas es mayor. Con todo ello, se tratan de establecer lineamientos básicos que deben regir la cooperación internacional que se desarrolle para la búsqueda del mejor marco de protección, haciendo un llamamiento a la sociedad global a actuar con compromiso, de forma inminente. Se trata de una cuestión de vida o muerte para muchas personas y la cooperación internacional debe entenderlo urgentemente. Es imperioso una actuación multilateral que sea capaz de aunar los esfuerzos de todos los actores involucrados (públicos, privados -incluyendo entes de financiación-, sociedad civil , comunidades afectadas, etc.). Además, su accionar debería ser fraterno y solidario, y basarse en principios de Derecho Internacional Ambiental, de modo tal que permita encontrar el marco adecuado de respuesta integral para las migraciones climáticas, con la capacidad de contemplar las distintas etapas del proceso migratorio (antes, durante y después) como así también las diferentes posibilidades de movilidad que se presentan (temporaria/permanente, interna/transfronteriza, voluntaria/forzosa).
Climate change causes multiple consequences in different societies. One of the most prominent is the migratory movements derived from the negative effects of global warming. In recent years, the phenomenon of climate migration has been increasing and, unfortunately, it is a trend that will continue to rise in the coming decades. At the international level, there is still no agreement capable of providing a comprehensive response to this problem. The legal vacuum makes people who must migrate due to climate change look totally unprotected. Furthermore, this also leads to a lack of consensus in the framing and naming of this type of migration. The literature has been working in this sense, trying to collect positions and good practices in the matter. However, in the field of decision-making, it seems that there is still no concern about this issue. The international initiatives and declarations that are available to date are deficient. Mainly, because they are not mandatory for the States –and, consequently, not enforceable-, in such a way that each country will voluntarily choose to adopt the regime it deems appropriate, creating uncertainty and legal insecurity. Faced with this lack of legislation, some international organizations have also had to manage to come up with creative responses, as in the case of the Observation of the United Nations Human Rights Committee in Teitiota v. New Zealand. This Study seeks to delve into the issue of this lack of a legal framework , reinforcing the statement of the need for international cooperation to face the problem of climate migration - regardless of the name that is to be used - manifested through the creation of a binding agreement for the States. To do this, it draws mainly on existing literature as well as international treaties and initiatives that deal with the matter. Likewise, special emphasis is placed on the role of multilateralism as a central engine to achieve a better result. The countries committed to the 2030 Agenda and its Sustainable Development Goals and, although their formulations do not contemplate climate migration as such, their compliance or non-compliance can also have an impact on this type of human mobility. Also, the situation of climatic migrations is analyzed from a regional perspective. In this sense, the potential of the European Union to lead the search for the necessary comprehensive response is addressed. And, on the other hand, the current situation of the problem posed in Southeast Asia and the Caribbean is studied, these being two regions that share geographic, demographic, social and political characteristics. Above all, both regions present a high degree of vulnerability to the adverse effects of climate change and, therefore, their potential to be affected by climatic migrations is greater. With all this, they try to establish basic guidelines that should govern the international cooperation that is developed in the search for the best protection framework, calling on global society to act with commitment, imminently. It is a matter of life and death for many people and international cooperation must urgently understand it. Multilateral action that is capable of uniting the efforts of all the actors involved (public, private -including financing entities-, civil society, affected communities, etc.) is imperative. In addition, their actions should be fraternal and supportive, and be based on principles of International Environmental Law, in such a way as to allow finding the appropriate framework for a comprehensive response to climate migration, with the ability to contemplate the different stages of the migration process (before, during and after) as well as the different mobility possibilities that arise (temporary/permanent, internal/cross-border, voluntary/forced).
Le changement climatique a de multiples conséquences dans différentes sociétés. L'un des plus importants est les mouvements migratoires dérivés des effets négatifs du réchauffement climatique. Ces dernières années, le phénomène de la migration climatique a augmenté et, malheureusement, c'est une tendance qui continuera à augmenter au cours des prochaines décennies. Au niveau international, il n’existe toujours pas d’accord capable d’apporter une réponse globale à ce problème. Le vide juridique fait que les personnes qui doivent migrer en raison du changement climatique semblent totalement sans protection. De plus, cela conduit également à un manque de consensus dans le cadrage et la dénomination de ce type de migration. La littérature a travaill é dans ce sens, essayant de recueillir des positions et des bonnes pratiques en la matière. Cependant, dans le domaine de la prise de décision, il semble qu'il n'y ait toujours pas de souci à ce sujet. Les initiatives et déclarations internationales disponibles à ce jour sont insuffisantes. Principalement parce qu'ils ne sont pas obligatoires pour les États- et, par conséquent, non exécutoires -, de telle sorte que chaque pays choisira volontairement d'adopter le régime qu'il jugera approprié, créant une incertitude et une insécurité juridique. Face à cette absence de législation, certaines organisations internationales ont également dû parvenir à apporter des réponses créatives, comme dans le cas de l'Observation du Comité des droits de l'homme des Nations Unies dans Teitiota c. Nouvelle Zélande. Cette étude cherche à approfondir la question de cette absence de cadre juridique, en renforçant la déclaration de la nécessité d'une coopération internationale pour faire face au problème de la migration climatique - quel que soit le nom qui sera utilisé - qui se manifeste par la création d'un accord contraignant pour les États. Pour ce faire , il s'appuie principalement sur la littérature existante ainsi que sur les traités et initiatives internationaux qui traitent de la question. De même, un accent particulier est mis sur le rôle du multilatéralisme en tant que moteur central pour obtenir un meilleur résultat. Les pays engagés dans l'Agenda 2030 et ses Objectifs de Développement Durable et, bien que leurs formulations n'envisagent pas la migration climatique en tant que telle, leur respect ou non-respect peut également avoir un impact sur ce type de mobilité humaine. Aussi, la situation des migrations climatiques est analysée dans une perspective régionale. En ce sens, le potentiel de l'Union européenne à diriger la recherche de la réponse globale nécessaire est abordé. Et, d'autre part, la situation actuelle du problème posé en Asie du Sud-Est et dans les Caraïbes est étudiée, ces deux régions partageant des caractéristiques géographiques, démographiques, sociales et politiques. Surtout, les deux régions présentent un degré élevé de vulnérabilité aux effets néfastes du changement climatique et, par conséquent, leur potentiel à être affecté par les migrations climatiques est plus grand. Avec tout cela, ils essaient d'établir des lignes directrices de base qui devraient régir la coopération internationale qui se développe dans la recherche du meilleur cadre de protection, appelant la société mondiale à agir avec engagement, de manière imminente. C’est une question de vie ou de mort pour de nombreuses personnes et la coopération internationale doit le comprendre d’urgence. Une action multilatérale capable d'unir les efforts de tous les acteurs impliqués (public, privé - y compris les financeurs -, société civile, communautés affectées, etc.) est impérative. En outre, leurs actions devraient être fraternelles et solidaires, et être fondées sur les principes du droit international de l'environnement, de manière à permettre de trouver le cadre approprié pour une réponse globale à la migration climatique, avec la capacité d'envisager les différentes étapes du processus de migration (avant, pendant et après) ainsi que les différentes possibilités de mobilité qui se présentent.
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