Al interior de ejercicio disciplinar se ha suscitado desde hace bastante tiempo un debate en torno a la imagen conceptual y el acervo instrumental de aplicación en el escenario social a la hora de hablar de Intervención Social.
Se da, al decir de Yáñez, un agrietamiento y fractura al interior del Trabajo Social en dos aspectos antitéticos, donde por un lado encontramos una cultura profesional técno-burocrática y, por otra parte, una cultura teórico-metodológica.
Un número importante de profesionales institucionalizados -que responden a los intereses funcionales de legitimación social de las entidades a las que pertenecen- desacreditan la academia, lo reflexivo intelectual, desenmarcando del escenario social todo sustrato que sepa en sus palabras a “teórico”. Hay un resabio del “saber hacer” para con lo que da sentido a tal acción, el pensar; se genera por tanto un “sin sentido” que condena al ejercicio disciplinar a la eterna subalternidad de la que ha pretendido siempre escapar. Teoría y práctica en la Ciencia Social son una dualidad (dos partes de un todo) y no una bifurcación que recae para muchos en una dicotomía (dos entes contrapuestos).
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