La tecnología de impresión en tres dimensiones o 3D lleva años integrada en el capítulo de las tecnologías revolucionarias con las que se dibuja el futuro, pero no acababa de despegar fuera de unas pocas aplicaciones de laboratorio o de interés muy específico. Ahora, la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 le ha proporcionado un empujón que ha puesto de manifiesto su relevancia y su futura inserción en nuestra vida cotidiana. En este año en el que la salud ha sido la principal preocupación de gobernantes y gobernados, ha jugado un papel protagonista en diferentes aspectos y aplicaciones relacionadas con la medicina. Más allá incluso de este ámbito, la impresión 3D se ha abierto camino también en el sofisticado mundo de los reactores nucleares.
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