Casi sin tiempo para definir su perfil como hecho histórico, el régimen republicano (1931-36) fue sobre todo un "espíritu de época" que reflejó y proyecto una nueva esperanza entre muchos españoles: después de siglos ocupando un rol secundario en Occidente, era posible quizá volver a ser tan modernos como el resto de Europa. Para ello, planteó un gran debate sobre el sentido y la función de la cultura en unos años muy convulsos que desembocarían en la Guerra Civil. La política cultural, la arquitectura y las artes visuales y escénicas respondieron a ese enorme reto con gran brillantez.
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