Puertos y cementerios comparten, más allá de sus inmensas diferencias de aspecto, un rasgo común esencial vinculado a su valor simbólico más profundo: el ser ambos parte del gran paisaje que sostiene todo el imaginario del tránsito o viaje hacia lo desconocido. En este artículo se analizan los aportes formales de la postmodernidad a ambos paisajes: el "vaciado" ornamental, la ausencia de descripción, la pérdida de la "horizontalidad" y de un sentido de límite, o la supresión de la diferenciación de voces.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados