Cristina Giménez García, Rafael Ballester Arnal, María Dolores Gil Llario, Estefanía Ruiz Palomino, Naiara Martínez Gómez
La prevalencia de infecciones de transmisión sexual supone un problema grave de salud pública. La población joven se reconoce como la más afectada, pero no existe suficiente evidencia sobre algunos perfiles diferenciales. Esto, obstaculiza los esfuerzos preventivos, en particular, cuando la diversidad afectivo sexual sólo se aborda de manera categorial, clasificando entre heterosexuales, bisexuales y homosexuales. Por ello este trabajo explora las prevalencias de las ITS, así como las diferencias en la conducta preventiva primaria y secundaria según la orientación sexual, evaluada no de manera categorial sino según la escala Kinsey. 600 estudiantes universitarios (50% hombres y mujeres; 67,5% atraídos únicamente hacia el otro sexo) cumplimentaron, de manera online, voluntaria y anónima, el cuestionario Estilo de Vida y Salud (Giménez-García y Ballester-Arnal, 2017).Los resultados arrojan una prevalencia de ITS de 5,3%, concentrándose mayor frecuencia entre personas un poco más atraídas hacia el otro sexo (19%) y exclusivamente hacia el suyo (14,3%), con diferencias significativas (Chi 2=15,75; p= ,027). Sobre el uso sistemático del preservativo, el 52,8% lo reporta con parejas esporádicas y el 37,1% con estables, mostrándose diferencias en las últimas (Chi 2=17,69; p=,007). En ambas, las personas a las que les atrae un poco más su mismo sexo lo utilizan más (100% esporádica y 67,7% estable) frente a las que principalmente les atrae su sexo (33,3% esporádica y 0% estable). En la prueba de detección del VIH que reporta un 16,7%, existen diferencias significativas (Chi 2=16,86; p= ,018), siendo más frecuente entre personas atraídas únicamente (35,7%) o principalmente (28,6%) hacia su mismo sexo. Así, las mayores prevalencias parecen concentrarse entre personas un poco más atraídas por el otro sexo y únicamente el propio, siendo distintos los grupos de mayor riesgo según la conducta preventiva. En consecuencia, los esfuerzos preventivos deberían velar por un carácter inclusivo de todas las orientaciones del deseo sexual.
The prevalence of sexually transmitted infections is a serious problem for the Public Health. The young population is the most affected, but there is insufficient evidence about some differential profiles. This makes difficult preventive efforts, particularly when sexual diversity is only addressed in a categorical way, classifying among heterosexual, bisexual and homosexual people. For this reason, this study explores the prevalence of STIs, as well as differences in primary and secondary preventive behavior according to sexual orientation that is not evaluated categorically but according to the Kinsey scale. 600 university students (50% men and women; 67.5% attracted only to people of the other sex) filled in, online, voluntarily and anonymously, the Lifestyle and Health questionnaire (Giménez-García and Ballester-Arnal, 2017). The results show a STIs’ prevalence of 5.3% that is mainly placed among those who are a little more attracted to people of the opposite sex (19%) and to people of the same sex exclusively (14.3%), with significant differences (Chi2=15.75; p=.027). Regarding the systematic use of condoms, 52.8% reported it with sporadic partners and 37.1% with regular partners, showing differences for the last one (Chi 2=17.69; p=.007). For both of them, people who are a little more attracted to people of the same sex use it more (100% sporadic and 67.7% regular) compared to those who are basically attracted to people of the same sex (33.3% sporadic and 0% regular). About the HIV screening test that 16.7% report, there are significant differences (Chi2=16.86; p=.018), being more frequent among people who are attracted exclusively (35.7%) or basically (28.6 %) to same sex people. Therefore, the higher prevalence seems to beamong people who are a little more attracted to people of the opposite sex and to people of the same sex exclusively, differing the groups at highest risk according to preventive behavior. Consequently, preventive efforts should guarantee an inclusive view of all sexual orientations.
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