El propósito de ir mostrando la aproximación del joven Julio Enrique Blanco a la obra de Kant tiene un carácter temático y no está motivada por el simple hecho de leer a un autor importante. Debido a este interés por Kant, Julio Enrique Blanco se procuró, a través de un librero local, las obras principales del filósofo alemán en su idioma original. Luego se dio a la tarea de traducirlas al castellano. Para 1911, encontramos ya dos traducciones: “Prolegómenos a toda Metafísica del Porvenir”, y “De las Formas y Principios del Mundo sensible e inteligible”, esta última directamente del latín (es bueno aquí recordar que Blanco para estos años ya manejaba inglés, francés, griego y latín).
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