En los días de Mayo del 68 se desencadenó en Francia una protesta estudiantil que reflejó el papel que jugaba la juventud como motor de la transformación social y como agente de cambio. En las fotografías de las protestas callejeras y las barricadas se podía ver una constante, un actor social que hasta entonces no tenía reconocimiento ni gozaba de un estatuto político: la juventud, una juventud indignada que buscaba reconocimiento y reclamaba ser oída. En sus protestas contra la vida universitaria francesa, la condición social del estudiante y las condiciones materiales de la actividad académica encontraron expresión sus reclamos contra el sistema capitalista y la sociedad de consumo.
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