El debate público democrático ha pasado de lo que se ha denominado como "la era del relato" a "la era de la confrontación", una fórmula que ha permeado la sociedad. La forma de comunicar de un tipo de élite que polariza se ha contagiado a una sociedad en la que cada día es más difícil el mestizaje ideológico. Por suerte, aún no se han alcanzado los niveles que esta división muestra en los Estados de Norteamérica, donde casi un 90% de demócratas y republicanos ven inconcebible tener una relación con alguien del otro partido. Se está pasando del disenso intelectual o ideológico a la condena moral, a la deslegitimación del adversario.
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