Los efectos de la peste negra en Europa (1347-1352) deben dividirse entre aquellos inmediatos, que se manifestaron durante la plaga y los años siguientes, y aquellos que se desarrollaron como resultado de los repetidos rebrotes de la enfermedad a lo largo de la segunda mitad del siglo XIV. Estos últimos comenzaron a aparecer en determinados lugares una generación después de la epidemia, pero en otros solo se manifestaron ya en el siglo XV. El fuerte contraste existente entre las consecuencias inmediatas y las posteriores en la demografía, la economía, la política y la cultura sugieren que si la epidemia no hubiera regresado en repetidas oleadas periódicas en la siguiente mitad de siglo, la historia europea y sus divergencias entre el norte y el sur del continente o entre este y el resto del mundo, podrían haber sido significativamente distintas.
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