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Resumen de Una Revolución llamada Propiedad Intelectual

Colin Fernández Méndez

  • español

    Se dice que las revoluciones son como Saturno, que devoran a sus propios hijos; un refrán diseñado en analogía con uno de los más despiadados dioses de la mitología romana, en donde no se conocía revolución sin destrucción ni violencia, y el cambio que esta precisamente buscaba producir, era sin prescindir de ellas; que además de cobrar victimas adversarias, también sabía cobrar a los mismos llamados revolucionarios, que con su misma violencia desatada, se volvería contra ellos.Aquellas revoluciones son las que anquilosadas en el pasado quedaron, para los registros históricos, siendo hoy reemplazadas por una que cada vez más aumenta en su vigencia y autenticidad. Una Revolución que no necesita destruir para transformar vidas, resucitar esperanzas y contagiar de entusiasmo a sus más fascinados seguidores, y aún a los que escépticos todavía a ella se mantienen. Sino por el contrario, necesita construir a través de los verbos crear, inventar e innovar y de esta forma lograr su real y original cometido.Creaciones, con identidad y cobertura garantizadas por una revolución llamada Propiedad Intelectual, como la de los aviones de a principios del siglo XX; los antibióticos, tales como la penicilina en la década de 1940 y la estreptomicina en la década de 1950; así como también los llamados semiconductores, de casi a mitad del siglo XX, fueron los que en sí transformaron el modus vivendi de los seres humanos, aumentando sustancialmente la esperanza y la calidad de vida de millones de personas en el mundo. Aunando de esta manera, a todas estas revolucionarias invenciones del pasado cercano, las ya patentadas y las que hasta ahora, en el presente siglo XXI, se siguen patentando, estando entre las muestras más emblemáticas, las impresoras 3D y 4D; y las referidas a la nanotecnología; y a la robótica, que prometen sin ambigüedades, seguir cumpliendo lo trazado. Revolucionaría humanidad.

  • English

    Revolutions are like Saturn, which devour their own children; a saying designed in correspondence with one of the most merciless gods of roman mithology, where no revolution was known without destruction or violence, seeking a change through violence; apart from taking victims opponents, it took the same revolutionaries when their own violence unleashed would turn against themselves.Those revolutions, which are frozen in the past for historical records, are today being replaced by one that increases in validity and authenticity. A Revolution that does not need to destroy to transform lives, to revive hopes and to transmit enthusiasm to its most fascinated followers, and even to those who still maintain themselves skeptics. On the contrary, it needs to create, invent and innovate in order to achieve its real and original mission.Creations with identity and defense guaranteed by a revolution called Intellectual Property, for instance, airplanes of the early twentieth century; antibiotics such as penicillin in the 1940s and streptomycin in the 1950s; as well as the so-called semiconductors, of around half of the twentieth century, which themselves transformed the modus vivendi and considerably increased life expectancy and quality of life of millions of people worldwide. Gathering all these revolutionary inventions of the recent past together with the current inventions which are already patented, being among the most representative piece, 3D and 4D printers; and those related to nanotechnology’s inventions; and those that belong to robotics, which promise without ambiguity, to continue to achieve the goal. Revolutionize humanity.


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