El propósito de este artículo es aportar al debate para que nuestro sistema nacional de evaluación, el SIMCE, cumpla mejor con su misión de fomentar una educación de calidad a través de la evaluación. Este debate es especialmente relevante en el contexto de la entrada en vigencia de la Ley de Aseguramiento de Calidad de la Educación de 2011. Esta ley enfatiza la función de control externo de la evaluación (accountability), lo que es importante para poner presión al sistema. Sin embargo, existe el riesgo de que con esta ley pase a un segundo plano la función de apoyo pedagógico de la evaluación. Esta función se materializa cuando los profesores analizan los resultados de sus alumnos, relacionan estos resultados con el currículo e implementan estrategias pedagógicas para que sus alumnos aprendan. A la luz de la experiencia internacional, este artículo argumenta a favor de un SIMCE que refuerce la función de apoyo pedagógico, abriendo mayores espacios de participación a los profesores en la evaluación. Esto —se señala— es imprescindible para crear una cultura de evaluación en la escuela, para empoderar a los profesores en su rol profesional y, en última instancia, para mejorar aprendizajes y la calidad de la educación.
The purpose of this article is to offer options to improve SIMCE (Chile’s student assessment program) so that it better fulfills its mission of fostering quality education through assessment. This debate is especially relevant in the context of the new Quality Assurance Law (2011). This law emphasizes the accountability function of the assessment, which is important to provide incentives to the schools.
However, the greater emphasis on accountability may come with the risk of deemphasizing the pedagogical support function of the assessment. This function operates when teachers analyze the results of their students, revise learning goals and implement pedagogical strategies to foster student learning. In light of the international experience, this article suggests an assessment program that reinforces the pedagogical support function by creating more opportunities for teachers to participate in the SIMCE assessment. This is indispensable for creating an assessment culture in the schools, empowering teachers, and to ultimately improving student learning and education quality.
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