José Francisco Escudero Moratalla, Mercè Ferrer Adroher
Abiertas las páginas de la historia, para proceder al estudio y análisis de diversas figuras profesionales que de un modo u otro han ejercido la fe pública u otras funciones y que pueden ser consideradas predecesoras del LAJ actual, se puede apreciar como a lo largo de la historia del proceso, la intervención de un funcionario público encargado de documentar y dar veracidad a determinado tipo de actuaciones —incluidas las actuaciones procesales— ha sido producto de la propia evolución del proceso histórico y legal, que a medida que se fue complicando y tecnificando, necesitó reflejarse en la palabra escrita, como garantía de veracidad de los actos del proceso, en lo que al ámbito jurídico respecta. Y así surgen los «escribanos». Y siguiendo el desarrollo histórico, como consecuencia de la crisis del imperio romano, resquebrajamiento de su estructura jurídica y avenimiento de la época feudal, la fe pública, no pudo ejercitarse, sino por los obispos o los nobles: el Rey era, por excelencia, el depositario de la fe pública y tanto era así, que el testamento hecho en su presencia, era válido sin necesidad de más formalidades.
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