El museo representa un punto de intersección entre una serie de redes y una serie de relaciones, las cuales convergen y modelan la práctica museística. Disciplinas como la historia, la historia del arte, la arqueología, la antropología y la historia natural han servido para generar un nuevo marco que permita comprender y, a su vez, extender la práctica museística a una audiencia aún más amplia. A través de mecanismos pedagógicos y de entretenimiento se ha tratado de incluir al mayor número posible de ciudadanos a la práctica museística. Dicho en otras palabras, se ha tratado, progresivamente, de llevar al museo a un terreno más allá del de las tradicionales clases sociales que históricamente se han beneficiado de él. Esto implica, sin lugar a dudas, la salida de la práctica museística del sitio exclusivo que ocupa en la alta burguesía y, por lo tanto, la retirada del museo de una esfera social que, en las democracias liberales, había ostentado el poder de decisión política. Alejándose de dicha clase social, el museo se tendría que acercar a una audiencia popular.
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