Liliana Herrera Nieves, Merly Esther Carrillo Vélez
La educación inclusiva da respuesta a la diversidad del estudiantado, y para que sea una realidad hoy en día es preciso mejorar las prácticas de aula y la forma organizativa en donde se desarrollan los procesos educativos. Es claro que enfrentar diferentes niveles, capacidades y objetivos educativos dentro del aula inclusiva, genera algunas dificultades en los maestros, pero en la medida que se pongan en práctica estrategias encaminadas a potenciar las capacidades de todos los estudiantes se favorece la inclusión escolar. De esta forma se hace intervención asertiva y superan las barreras para la participación y el aprendizaje. Con el presente artículo se pretende exponer una experiencia referente a diferentes formas de actuación en la clase que se apliquen al grupo de estudiantes en conjunto, y se ajusten de manera que el niño con Síndrome de Down, sea uno más y no requiera de ninguna medida diferente, solo las derivadas de su propio estilo de aprendizaje. Es importante ofrecer estrategias para que sean utilizadas por los docentes; de manera que los estudiantes vivencien respeto de sus formas particulares de aprender y facilitar su desarrollo integral. Así mismo favoreciendo su calidad de vida realizar adecuaciones curriculares que aproximen al estudiante a una verdadera inclusión y transformación educativa.
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