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La vegetación antártica, centinela del cambio climático

  • Autores: Leopoldo García Sancho
  • Localización: Anales de la Real Academia Nacional de Farmacia, ISSN-e 1697-4298, ISSN 0034-0618, Vol. 86, Nº. 4, 2020, págs. 269-280
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • La Antártida es el continente más frío, seco, alto y ventoso; aquí, los líquenes y musgos crecen donde es más cálido, húmedo, bajo y protegido. En general, la productividad vegetal depende estrechamente de la longitud del periodo en el cual el agua líquida está disponible, por ello los vegetales se ven confinados a lugares con microclima excepcionalmente favorable. Es está fuerte relación entre microclima y disponibilidad de agua líquida y productividad /crecimiento, lo que hace a este ecosistema potencialmente tan útil para la monitorización del cambio climático global, especialmente en lo que se refiere al incremento de temperatura. Incluso un pequeño aumento de temperatura puede suponer un marcado incremento en el área afectada por estos periodos cálidos produciendo alteraciones en las comunidades vegetales. Es cada vez más claro que existen dos Antártidas, la Península y el continente. Se diferencian en el factor que controla la distribución de la biodiversidad vegetal. En la Península Antártica la temperatura sería el factor determinante y en el continente lo sería la disponibilidad de agua líquida. También el stress por radiación parece limitado a la zona continental. Se han llevado a cabo diferentes intentos de usar líquenes como monitores de cambio climático en regiones polares. La prístina Antártida ofrece una oportunidad única de estudiar el efecto del cambio climático a lo largo de gradientes latitudinales que se extienden entre 62º y 87º S. Tanto la diversidad de especies liquénicas, como sus tasas de crecimiento muestran correlaciones significativas con la temperatura y la precipitación anual a través del continente así como con las oscilaciones climáticas de periodo corto sucedidas en la Península Antártica. Las interacciones competitivas parecen ser pequeñas, de modo que cada individuo se desarrolla en equilibrio con las condiciones ambientales y, como resultado, puede indicar las tendencias en la productividad para intervalos temporales discretos dentro de un escenario de cambio climático.

      “Es todo aquí tan imponente, tan gigantescas todas las formas que las palabras no alcanzan a describirlo acertadamente. Nosotros cuatro somos los primeros seres humanos a quienes les ha sido dado asombrarse ante estas maravillas de la naturaleza y se nos antoja, a veces, que habrá de pasar largo tiempo antes de que otros pongan el pie en estos remotos parajes” (Diario de Shackleton, 4 de Diciembre de 1908)”


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