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Resumen de Cine histórico para la España del presente: "Blancanieves" de Pablo Berger

Jorge Latorre

  • Blancanieves produce desorientación en una audiencia internacional que no sabe si lo que tiene delante es un canto a los toros o una crítica visceral contra todo ese ritual y la España que lo sustenta. Por eso no tuvo fortuna en los Oscars. Para entenderla adecuadamente en toda su grandeza, debe ser interpretada a la luz del conflicto entre las dos Españas, que no son tan sólo las que se enfrentaron en la Guerra Civil sino también las que describe Ortega y Gasset en su España Invertebrada (1921): la del centro y la de la periferia, la del Atlántico y la del Mediterráneo, la España blanca y la España negra. Se trata de una vieja tensión que ha generado lo mejor del arte español desde Goya hasta hoy. Y Blancanieves, dirigida por un vasco y producida por catalanes, es un buen ejemplo de esto, con su estética goyesca y surrealista, que sigue modos muy españoles (Julio Romero de Torres o Zuloaga) con los que se identifica el director. Pero esta estética “negra” es utilizada al servicio de una idea política de fondo que más que al pasado de su ambientación (en los años previos a la II República Española) habla del presente: Blancanieves nos dice que España son muchas españas, y que las diferencias internas no son sólo nacionales (étnico-culturales) sino también ideológicas. Más que un canto al folclore tradicional español -esa imagen de marca España que desde el Romanticismo se identifica con Andalucía- la película es una parodia mordaz que invita a proclamar el acta de defunción de esa visión folclórica de España. En definitiva, Blancanieves muestra en su contenido más profundo la complejidad de una España que se rompe, porque no acaba de encontrar una identidad que vertebre a todas sus idiosincrasias particulares.


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