Ante el coste exorbitante que supone su presencia militar en el Sahel –casi mil millones de euros por año–, Francia se esfuerza por conseguir el apoyo de sus socios europeos. Tras enviar material y asesores técnicos, un puñado de países han aceptado finalmente enviar pequeños contingentes de soldados. Pero estos gestos simbólicos también tienen contrapartidas.
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