La docencia como profesión está sufriendo cambios debidos a la evolución de las demandas de la sociedad hacia los sistemas educativos, así como por los cambios en la manera de apropiarse de lo que concede legitimidad al profesorado: el conocimiento. La cultura profesional docente, como la de casi todas las profesiones, es reacia a los cambios. Pero necesariamente hemos de evolucionar para seguir siendo una profesión imprescindible en nuestras sociedades. La identidad profesional docente se caracteriza por unas señas de identidad que intentamos revisar a lo largo de este artículo. Una profesión docente en la que la socialización previa influye en las creencias que el profesorado desarrolla, en la que el contenido que se enseña crea identidad, con una clara predilección por el conocimiento práctico y el aprender de la experiencia, caracterizada por el aislamiento, y en donde los alumnos son la principal fuente de motivación del profesorado. La carrera docente, generalmente plana, también caracteriza a la profesión docente, en la que el profesorado se percibe a sí mismo como artesano, y donde está mal visto pedir ayuda y recibir retroalimentación, con poca confianza por las tecnologías, y que descuida la atención a los docentes que empiezan.
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