Lorena Reinoso Illescas, Esteban Heras Urgiles
Este estudio examina la extensión en la cual, estudiantes de secundaria mejoraron su pronunciación mediante el uso de videos educativos además recoge sus percepciones sobre el uso de esta técnica. Este estudio se llevó acabo en una institución educativa pública en la ciudad del Cuenca- Ecuador. Sesenta y Cinco estudiantes de noveno grado participaron: 33 estudiantes (15 varones y 18 mujeres) fueron parte del grupo de intervención y 32 estudiantes (15 varones y 17 mujeres) fueron parte del grupo de control. Para este estudio se utilizó un método mixto, reuniendo datos cualitativos y cuantitativos. Los estudiantes tomaron un pre y post test que fueron lecturas en voz alta para evaluar su pronunciación. Al final del estudio, los estudiantes del grupo de intervención respondieron un cuestionario de preguntas abiertas acerca del uso de videos en clase. También, durante las 10 semanas de tratamiento, el grupo de intervención recibió clases con el uso regular de videos, mientras que el grupo de control recibió clases usuales con la investigadora, en este grupo no fueron usados videos. Los resultados finales mostraron que las percepciones del grupo de intervención con respecto al uso de videos en clase, fueron en su mayoría positivas; consideraban los videos útiles, ya que escuchaban la pronunciación correcta, observaban los movimientos faciales lo que les permitía entender mejor la pronunciación. Finalmente, el análisis estadístico de los datos del pre y post test, demostró que hubo una mejora en la pronunciación del grupo de intervención.
This study examines the extent to which middle school students improved their pronunciation through the use of educational videos and what their perceptions were about this technique. The study was carried out at a public educational institution in Cuenca – Ecuador. Sixty-five ninth-graders participated: 33 students (15 boys and 18 girls) were part of the intervention group, and 32 students (15 boys and 17 girls) were part of the control group. The study used a mixed-method approach, so both quantitative and qualitative data were collected. The students took a pre- and a post-test based on a reading aloud activity to measure their level of pronunciation. Furthermore, at the end of the study, they were invited to complete a questionnaire with open-ended questions about the use of videos in class. During the ten weeks of the treatment, the intervention group received classes that included the regular use of videos, while the control group received their usual classes with the researcher; no videos were used at all. The final results showed that students’ perceptions in the intervention group regarding the use of videos in the class were mostly positive; they considered videos useful for the improvement of pronunciation because they heard the correct pronunciation and could observe facial movements, which helped to acquire better pronunciation. Further, the statistical analysis of the scores given in the pre- and post-test by both evaluators (researcher and inter-rater) showed that there was an improvement in the students’ pronunciation skills in the intervention group.
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