Las preocupaciones sobre la eficacia preescolar han llevado cada vez más a cambios en las políticas de educación de la primera infancia centrados en la calidad de los docentes. Si bien estas reformas pretenden garantizar el bienestar educativo de los niños, rara vez consideran el impacto que las políticas tienen en los maestros. Además, el trabajo de cuidado infantil esuna profesión feminizada con distintas experiencias sociales en función de la raza y la clase. Las mujeres negras que son maestras de cuidado infantil temprano viven en la pobreza a tasas desproporcionadas a sus contrapartes blancas. A través de la investigación de grupos focales feministas negros, este documento documenta las percepciones de los mandatos de calidad de la educación de la primera infancia en Georgia y su impacto en el bienestar de 44 maestras negras de bebés, niños pequeños y preescolares. Los hallazgos sugieren que el llamado a la calidad complica el trabajo de los maestros negros, agrega un estrés financiero y emocional indebido que afecta su bienestar e interrumpe la dinámica personal con sus seres queridos. El documento pide un apoyo estructural antirracista y antisexista para interrumpir tanto los factores estresantes impuestos por el campo como los procesos sociohistóricos que devalúan el trabajo de las mujeres negras con los niños
Concerns about preschool effectiveness have increasingly led to early childhood education policy changes focused on teacher quality. While these reforms intend to ensure children’s educational well-being, they rarely consider the impact policies have on teachers. Additionally, child care work is a feminized profession with distinct social experiences along lines of race and class. Black women who are early child care teachers live in poverty at rates disproportionate to theirwhite counterparts. Through Black feminist focus group research, this paper documents perceptions of early childhood education quality mandates in Georgia and their impact on the well-being of 44 Black women teachers of infants, toddlers, and preschool age children. Findings suggest that the call for quality complicates Black teachers’work, adds undue financial and emotional stress that takes a toll on their well-being, and interrupts personal dynamics with their loved ones. The paper calls for antiracistand antisexist structural support to interrupt both the stressors exacted by the field and the sociohistorical processes devaluing Black women’s work with children
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