Entiendo el género de la entrevista como una conversación, y no como un interrogatorio. Lo que tampoco puede ser es un debate entre el entrevistador y el entrevistado. Y este diálogo convenido tiene que tener espontaneidad y desorden. He querido comenzarlo con el hombre que representa el liderazgo de la Oposición en el Parlamento. Llamé antes al presidente del Gobierno, en función del ritual, o de los comienzos, pero Felipe González es más dado a hablar en cuchipandas con periodistas, y menos a solas con los que venimos de largo, y no se nos puede hablar "en sevillano", sino en político y en histórico. Hemos hablado ya en otras ocasiones, y los dos somos de fiar. Así es que un día trataré otra vez de invitarlo a salir de su hornacina y le preguntaré lo que ha hecho y lo que está haciendo. Nada más. ¿Y para qué más?
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