Desde muy pequeña, la fotografía acompañó a Laura. Desde que era una niña, su padre retrataba las vacaciones y los fines de semana con su mejor cámara réflex. Ver la colección de diapositivas en el salón de su casa se convirtió para ella en un ritual familiar nutrido por esa sensación de expectación e intriga al observar fotos nuevas, un proceso íntimamente ligado con la fotografía analógica, un sentimiento de curiosidad que la fotografía digital no es capaz de evocar.
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