Nacido en Florencia en 1500, el escultor italiano abandonó tempranamente su formación como músico junto a su padre porque su verdadera vocación eran las artes plásticas. A los trece años empezó a trabajar como aprendiz de orfebrería con Michelangelo Brandini, disciplina en la que llegaría a ser una de los más grandes del Renacimiento. En 1562 realizó el llamado Crucificado del Escorial, sin lugar a dudas su mejor escultura en mármol, que Francisco I de Médici le regaló a Felipe II en 1576. Cambió a menudo de residencia, en ocasiones por el acoso de la justicia, pues su carácter violento le llevó a inmiscuirse en peleas con resultado de muerte, por lo que fue encarcelado y proscrito, como refiere en su autobiografía, un relato que transcurre entre Italia y Francia en el siglo XVI.
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