Entre 1920 y 1962, Bélgica administró Ruanda, en buena medida apoyándose en los misioneros católicos. Imbuidos de la ideología racialista, esos colonizadores impusieron nomenclaturas “étnicas”, caldo de cultivo del genocidio tutsi de 1994.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados