La historiografía medieval está descubriendo poco a poco la dinamicidad de la producción manufacturera en las áreas rurales, y la función de las pequeñas villas y comunidades en el desarrollo de grandes comarcas y regiones del interior. La aparición de importantes concentraciones artesanales del sector textil, y de activas empresas tintóreas, son síntomas de este destacado dinamismo que desconocíamos hasta hace poco tiempo. Los especialistas del tintado en estas zonas rurales configuraban empresas de alta complejidad, con un destacado saber técnico (similar al mundo urbano), con amplios niveles de inversión y con una relación directa con el mercado, tanto para el abastecimiento de los inputs necesarios, como para la venta de los tejidos ya tintados.
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